Frederique Constant puede presumir de ser una marca relativamente joven en el mundo de la alta relojería (fue creada en 1992) pero dispone en su haber de 30 calibres de manufactura. Frederique Constant interviene en todas las etapas necesarias para la producción del reloj, desde el diseño inicial hasta el ensamblado final. Son relojes exclusivos, con un cierto corte clásico, intemporales y con una relación precio-calidad inigualables.
Como muestra de su exquisito savoir-faire, la firma acaba de presentar un modelo revolucionario: el Slimline Monolithic. Lo que convierte esta pieza en un reloj único es su peculiar oscilador a base de silicio. Esta novedad la podemos considerar sin dudarlo, como una de las innovaciones más sobresalientes de las últimas décadas. En el Slimline Monolithic se elimina el tradicional conjunto de volante espiral y ancora y se releva por un oscilador monolítico construido en silicio que vibra a una frecuencia de 288.000 a/h (diez veces más rápido que un calibre automático convencional) lo que implica que el segundero realiza 80 saltos cada segundo. A diferencia de otras manufacturas que han creado osciladores similares, Frederique Constant puede presumir de ser la única que los ha incorporado en su producción regular.
Otras de las ventajas de este oscilador es la simplificación, pues sustituye 26 componentes del reloj, además de su resistencia a los golpes, sus propiedades antimagnéticas y su casi nulo desgaste con el consiguiente ahorro en mantenimiento. Mencionar por último que el calibre que equipa este oscilador, el FC-810, ha sido totalmente rediseñado y dispone de una reserva de marca de 80 horas.
El Slimline Monolithic Manufacture se presenta en ediciones limitadas de 810 piezas en sus versiones de acero con esfera azul y con esfera plateada y 81 en su versión en oro rosa.